jueves, 15 de diciembre de 2016

CARICATURAS EN EL PORFIRIATO

    A lo largo de todo el siglo XIX se promovieron en México distintos proyectos nacionales que pretendían ser el motor indispensable para el desarrollo del incipiente Estado-Nación. Ciertamente en la prensa periódica, espacio político por excelencia, se libró tan difícil combate, donde liberales y conservadores intentaron persuadir a la opinión pública de las bondades de sus respectivos proyectos de nación.

    Uno de los más emblemáticos ejemplos es El Despertador Americano, fundado en 1810 en la ciudad de Guadalajara por Miguel Hidalgo y Costilla, considerado el primer periódico insurgente. Le siguieron el Ilustrador Americano, creado por José María Morelos y Pavón y editado por José María Cos en 1812; la Gaceta Imperial, promovido por Iturbide y editado por Alejandro Valdez en 1821; La Oposición, editado por Francisco M. de Olaguibel en la ciudad de Toluca, que representaría al federalismo en detrimento de la figura de Antonio López de Santa Anna, entre otros más.

     En México, la caricatura política se inserta en la herencia de una rica e importante tradición gráfica. Se ha demostrado que las imágenes pueden ser una poderosa arma política que atacan a cualquier persona o institución sin distinción de clase o de ideología. Así sea impugnación o fuerza de reforma social, la caricatura encierra dentro de su lógica satírica un arma de doble filo, ya que puede ser utilizada políticamente tanto por tendencias progresistas como reaccionarias. No olvidemos que una imagen, que exagera o deforma los rasgos característicos de su víctima, provoca risa, burla y escarnio, haciendo mella en aquel o aquello que se ataca.



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